miércoles, 23 de marzo de 2011

Marcel Duchamp, gira Ecuador 2010.

Cuando empezó esta aventura todo estaba mal; el día que salí al encuentro con los chicos de Marcel Duchamp empezó siendo uno como todos los anteriores: finalizar las obligaciones, encontrarse con alguien para terminar muriéndose de las iras, viajar sin comer, asistir tarde a un compromiso, etc. estas cosas hicieron un combo total para llegar a Ambato con todas las ganas de ahorcar a alguien.


Ya una vez en aquella ciudad, tomé un taxi entre el tumulto beligerante que caracteriza el tráfico de una ciudad capital de provincia. Lo bueno es que Ambato es una de las ciudades en donde este servicio es el más barato. Tan solo1$ por recorrer una distancia que en la capital costaría entre 2.5 y 3$. El paisaje no cambia, las calles siguen siendo estrechas y los balcones aún se mantienen, aunque acompañados de una gran dosis de termitas; sobre las casas crecen plantas, y entre los postes de luz aún se pueden ver esas bolas como si fueran pelusas grandes. El aire sopla, y ese frío que tanta falta le hace a Quito, hacía que las iras huyan entre lo divertido que aún resulta viajar a aquella locación.


Llegué a mi compromiso, y pocas horas después me dirigía al local de la segunda fecha de MD por la región ecuatoriana. En su interior se sentía un aroma asfixiante, como si tiempo atrás se hubiese botado gas pimienta o gas lacrimógeno en el bar. Mi hipótesis era falsa -de hecho esa es la característica de estas-, el volcán Tungurahua y su ciclo eruptivo a largo plazo, había expulsado una vez más grandes cantidades de ceniza, y la acumulación de esta en el techo del bar hizo que varios de los asistentes nos sintiéramos incómodos. Lo gracioso fue, que a los "locales" esto les pasaba por alto, seguramente ya se habían "adaptado". Luego de saludar con los chicos, y demás, nos dirigimos a tomar un café, entre eso, caminando por el parque Montalvo nos dirigimos hacia el Mercado, donde un espectáculo de fuegos artificiales nos haría salir corriendo por nuestras vidas. Luego del mini susto nos dirigimos al show.


Ya entre el mal "ruido" -porque cuando utilizamos esta categoría refiriéndonos a una contraposición hacia el arte académico y su homogenización, no nos referimos a su concepto simplista y degenerado- de las bandas locales y extra provinciales, empezó el andar de la segunda fecha. Lastimosamente una vez más, mis objeciones hacia la torpeza con que se interpretan géneros como el punk o el hardcore -obviamente con sus excepciones-, se hacía presente. Nunca me cansaré de decir que todas las bandas suenan igual, y que hasta los covers son los mismos: Eskorbuto, Ramones, La Polla Records, etc. Las actitudes son las mismas: borrachera sin juicio -aunque, en las borracheras no hay juicio, pero en este sentido me refiero a algo de fondo no de forma-, actitud de macho proveedor; en pocas, como diría alguien por ahí, unos "neandertales" se habían subido a tocar. Entre aquel tumulto resalto la banda de Daniel -quien organizó la fecha-, tanto así, que se diferencia en actitud y contenido. A las otras, habría que decirles que ya sabemos que la policía "vale verga".

La banda en abrir sería un proyecto paralelo mantenido en secreto -jaja- por MD, una concentración experimental en una sola canción de casi 17 minutos, realmente genial, innovador y vanguardista.

Con muy poca gente, llegaba hora que MD salte al ruedo. Sonaron brutales, no puedo decir nada más, fueron cerca de 15 o 20 minutos de bestialidad no tan apreciada por todos los asistentes. Quién no asistió en esta ciudad, se perdió de un grandioso concierto.


Luego de la "tocata" salimos a casa de Daniel en una camioneta entre el frío y el viento que nos pegaba fuerte. Aproximadamente debía ser la 1 de la madrugada. Había que dormir un poco para partir a Quito al siguiente día muy temprano. Ya despiertos y agradecidos por la generosidad de Daniel, su familia y su padre -quién nos consiguió un camión para ir hacia la terminal-, nos despedíamos de Ambato, trepándonos al estilo capitalino al bus. Pagamos un poco menos en relación al pasaje normal, pues éramos 6 personas.


Arribando a la capital -cosa que pasó en muy poco tiempo, parece que el bus consumía gasolina de jet- tomamos transporte masivo y luego un bus hacia la casa donde los chicos se alojarían -de hecho, esto gracias a Pedro, quién luego les daría un tour histórico por el centro de Quito. En una hora aproximadamente partiríamos hacia el show.

Pese a que teníamos expectativas de que no íbamos a recuperar nuestro dinero desde un inicio -como hace dos meses-, poco o nada nos importa. Es estúpido pensar que mediante esta clase de actividades uno puede lucrar, esto es más pasión y desapego al dinero. El show planeado para las cuatro de la tarde empezaría alrededor de las cinco. Fueron cinco bandas en total. La idea de hacer un show más variado y sobre todo que no concentre en demasía a neandertales era obra a priori de nuestra parte. Y así lo fue. Todas las personas que ingresaron, a excepción de las 6 últimas pagaron la entrada fija. Hubo por ahí algunas y algunos que nos decían: "con 2$ ya recuperas", cosas a las cuales uno ya sabe qué respuesta dar.

En este sentido la gente debe aprender a valorar el esfuerzo que se hace, y no por la parte nuestra, sino por quienes giran de manera independiente sin managers, auspicios, o dinero estatal.



Con aproximadamente 35 o 40 gentes, se cerraría el show. MD deslumbró con su brutalidad; cerca de 50 minutos plagados de fuera y energía -tanto así que J se pegó un suelazo brutal- que a muchos les despejó la cabeza; Crass y Sex Pistols hace tiempo que desaparecieron. Los MD interpretaron canciones super inteligentes contra el punk y su encasillamiento dogmático, otras a favor del rescate de nuestra clase y su protagonismo en los cambios, y las más emotivas, con el gran hijo de puta de Pinochet. 50 minutos que jamás olvidaremos. Sudor, calor, cansancio, noches sin dormir, semana de mierda, después de todo, esto valía la pena.


Los MD se llevaron una parte de corazón por la calidad y la humildadd, por como son y por muchas cosas que no se alcanzan a resumir en una pequeña reseña.

Ejemplo de todo esto y como razón propia, esta disquera jamás irá contra los principios básicos y universales con los que fue creada. ¡Vamos por el nuevo CD de Marcel Duchamp!


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